lunes, 31 de marzo de 2008

QUIERO




Quiero... quiero lo que tengo, pero también lo que no tengo.
Quiero... quiero tener y quiero estar.
Quiero... quiero sentir, soñar, imaginar.
Quiero... quiero verdades, presencias.
Quiero... quiero leer, escribir, dibujar.
Quiero... revivir, coincidir en el tiempo.

Querría que todo fuera más fácil, pero no sé cómo hacerlo.
Querría que no doliese, y no dar muchas vueltas.
Querría girar y girar y perder el control.
Querría que desaparecieran los engaños.
Querría dejar de pensar.

Quise que todo fuera suave.
Quise experimentar cosas nuevas.
Quise que todo estuviera bien así.
Quise creer en las personas.

Queriendo lo imposible.

Queriendo lo inimaginable.
Queriéndote a ti.

Querer y no poder.
Querer y esperar.

¿Querré confiar de nuevo?

viernes, 28 de marzo de 2008

Insomnios


No duermo bien últimamente,
recuerdo cuando cerraba los ojos
y pasaban las horas
sin importar el tiempo.

Los sueños inquietos me
remueven los colores,
porque yo lo hago en color;
lo he decidido así.

Aunque a veces, el encanto de la nostalgia
hace que sueñe en blanco y negro.
Y no es que el tiempo me importe mucho,
pero las ausencias me inquietan.
Y a pesar de no poner límites a los sueños,
éstos se desvanecen como las olas.

Las pequeñas cosas cotidianas
son las que te pellizcan la vida.
El agua contra las rocas,
el abismo de la distancia,
el estruendo del silencio,
el azul que se expande...

Demasiado temprano para ser sábado

y demasiado tarde para continuar en viernes.


domingo, 23 de marzo de 2008

Luna

Mirando la luna estoy,
entre lluvias y nubes,
sale majestuosa invitando a soñar.

La noche se presenta tranquila,
plácida, cómoda,
para los desaparecidos,
los queridos,
los deseos,
los amigos.
Para esos que comparten
momentos
donde no hace falta decir nada.

Donde el silencio de la noche
envuelve en una armonía
difícil de encontrar.
Siento que hoy encontré
una pequeña gotita de calma
en mi imaginación.

Haré como leí,
y sólo la observaré,
no sea que se diluya
como los deseos
y desaparezca.

En esta madrugada solitaria
surgen recuerdos pausados,
intuiciones que vuelven.

Calmada, tranquila,
igual me salpica la gotita.




viernes, 21 de marzo de 2008

Desde la cárcel.


En el perecedero fuego de mi imaginación invento la respuesta, pero no la encuentro. Estoy perdiendo el deseo de escribir, el deseo que nos dice que se ha perdido el amor, el orgullo, la libertad…

Aunque todavía queda el mundo real en el que los hombres queman a los hombres, en el que los poetas escriben y tocan las trompetas del desafío contra las murallas de todos aquellos poderes existentes en esta vida. Siempre hay que buscar la diversión… ya que ésta es la que nos da fuerzas para volver a la carga.

Ahora, en mi fría alma surge un destello de tristeza, que avanza, que viene a mi encuentro con el centro de las más raras lágrimas de compasión. A fin de cuentas… ¡nada pierdo ni nada gano!. Tan sólo me desvanezco entre estas frías paredes y sombras que calan en mis huesos. Mientras, voy recordando historias vividas que me hacen poder seguir soñando, que algún día volveré a la esfera de cristal, donde los árboles sean mis brazos, y el mundo, mi alma y mi cerebro.

Me pregunto qué es la vida, qué es mi vida, ¿será un juego? ¿Será un rompecabezas?.. Tal vez, sólo sea eso, que estoy buscando la forma de unirlo como si se tratara de un crucigrama, pero nunca conseguí terminar uno, porque en tiempos pasados las palabras se fulminaron y desaparecieron como aquellas naves en el triángulo de las bermudas sin que se sepa nada más de ellas. Y luego va y me dicen que todo era mentira. ¡Igual es mi vida un triangulo sin lados!. Igual es un aviso donde me encierro todas las noches, dónde me encierran cada noche,

Me parecía, al principio, que lo único que tenía que hacer era sentarme y abrir el grifo. Las palabras saldrían como mares. A veces, sólo escribiendo me siento libre, sin depender de nadie. En plena libertad de mente.
Ahora, después de haber sufrido la amarga experiencia de vivir tras unos barrotes, me digo a mi misma que mi vida podría haber sido amor, amor al arte de escribir.
Confío que todo se irá arreglando, cuando los gorriones viejos se vayan volando, mi vida, poco a poco, irá pasando.

De este sitio, desde aquí, desde la prisión de todas las prisiones y lugares de represión, no tengo más que unas frases por mí construidas.
¿Por qué las cárceles no hablan ni lloran como los presos lo hacen?
¿Por qué las cárceles no gritan como los presos han gritado?
¿Por qué las cárceles no mueren como muchos acaban muriendo?

Mi único instrumento es la palabra, e intentaré salvarla por si algún día pudiera existir alguna libertad.

lunes, 17 de marzo de 2008

Aprendiendo


Deseos enmascarados

en palabras escondidas.

Daños sin sentido,

sin saber bien el por qué.


Diferencias generacionales

problemas morales.

Principios confundidos,

vidas dispares.


No sé en que punto te perdiste,

pero te quedas sólo y ni lo ves.

Respondes sabedor de tu pérdida,

nunca fuiste lo que un día pensaste.


La vida te lo facilitó,

no supiste aprovecharla.

Mucha teoria y poca práctica.

No siempre estaré ahí.

Empiezo a desaparecer.


Protagonista de nada,

amigos inexistentes,

te sobran las palabras,

y los hechos no aparecen.


En sexto lugar me pones,

caiste al último en un instante.


Demasiados intentos para

ser un hermano no elegido.

Duele, sí. Pero aprendo.


Ya no hace falta que

plastifiques nada,

te enteraste que era mío,

y perdió el interés para ti.


Detalles, y detalles

que se acumulan y acumulan.

Y me cansan y me agotan,

y empiezan a no dolerme.


Me dices que no te entiendo,

¿acaso entiendes tú?

once y media,
y aún dudabas si llamarme.

Hasta en eso fuiste egoista.

Protagonista de miserias,

de abrazos hipócritas.


Estoy aprendiendo a

prescindir de tu presencia.

Algún día lo conseguiré.


4 horas


Atrás dejaré tu vida,
mis escuchas,
tus borracheras,
mis abrazos,
tus lloros de cocodrilo.
Mis llaves.

Ajena a esa casa,
a tus sentimientos,
a tu parafernalia,
a tu egoismo.

Ignoraré tu enfermedad,
tus problemas,
tus desvaríos,
tus historias.

Haz lo que dices
por una vez en tu vida,
se coherente con lo que escupes.
Vive tu vida, sí, pero olvídame.

Viviré la mia
con el borrador a mano.
Borra tú mi número.
Siempre llegas tarde.

Ya no me quedan pañuelos para ti.
Los agotaste todos.
Se diluyó el jabón para lavarte.

Te toca a ti conocerme,
te toca a ti preguntar,
te toca a ti decidir tus prioridades.

Las mias, las dejaste claras.
Y, aunque no te importe,
y jamás leas esto ,
porque sólo te intereso

para pedir y pedir...

aquellas cuatro horas,
de ignorancia,
de inocencia,
de ausencia,
nunca las podré olvidar.

Como siempre, tarde.
como siempre, como siempre.

Y para siempre...

domingo, 16 de marzo de 2008

Blanco


Y yo me debato entre estas cuatro paredes,

trazando líneas inconexas a toda lógica,

desparramando, gota a gota,

tanto amor que tengo dentro.

Y preguntándome, a dónde van las palabras,

a dónde van los sentimientos.

Y se ahoga en tu sangre,

ese beso que enciende mi cuerpo.

Se deshace tu carne en deseo.

Y te acercas mirando como quien mira la nada,

mi pecho sobre tu pecho,

tu boca sobre mi sexo,

tu vida sobre el silencio.

Sonreías.


La felicidad se manchó de blanco.




domingo

Nació en unas tierras húmedas, frescas y muy verdes. Vivía sin pensar mucho, tenía su casa a mano, comida en abundancia y pocas cosas que hacer.
Le encantaba cuando llovía, al refrescar, solía salir a pasear y a aspirar ese olor que desprende la tierra mojada, la hierba, la vida. Era feliz: esa tarde había llovido y saldría a pasear. De repente un torbellino le vino encima, le dio la sensación de volar, ni tan siquiera miraba al suelo por miedo a caerse. Estaba desconcertado y decidió enroscarse para no mirar. Atrás quedaban los paseos al atardecer. Jamás volvió a repetirlos.

Pasaron los meses y casi ni se despertaba, abría los ojos y se encontraba alguna ramita de romero, su visión era romboidal. La nueva existencia era tremendamente aburrida pero no podía hacer nada al respecto.

El día de su liberación se acercaba, el sol era tibio, domingo, día de paella. De repente sintió por fín un poco de humedad a su alrededor. Salió de su caparazón, y vio que no estaba solo. Otros, como él, salían del aletargamiento forzado. Su cuerpecillo empezó a estirarse, trepando por sus compañeros, alargando sus cuernecillos ante ese calorcillo que empezaba a quemarle.


No entendía nada.

Recordó sus juegos en el campo,
cuando sólo se estiraba por placer.


Pero ahora era
supervivencia...

Se estiraba y se estiraba pero no podía escapar. Y así se quedó.

- Están bien engañados esta vez, ¿eh?
- Si. Trae los caracoles que los ponga en el arroz ya.

sábado, 15 de marzo de 2008

Ssshhsss

Gritos infantiles diarios.
Silencios vespertinos.
Oscuridad rectangular.
Paseando hacia el mar, los colores se apagan.
Las olas se desparraman en la orilla
y se apoderan de la soledad.
A mi lado: los pensamientos.
Recuerdos irreverentes

que golpean sin miramientos.
Sensaciones aflorando por cada poro de la piel.
Palabras incoherentes que fluyen y
que intento atraparlas de soslayo.
Se me escurren entre los dedos

y se diluyen en la espuma
con todas las sensaciones.
Tiempos cortos.
Realidades sustituyendo deseos.
Sin buscarlo, las cosas fluyeron así,
ni despacio ni deprisa;

sin enmascarar el comienzo,
no lo hagamos en el final.
Corro tanto que ví el final:
sin prisas nos despedimos,
mis ojos ya no veían más.
La ausencia está siendo dura.


jueves, 13 de marzo de 2008

frío.


Joder. Hoy estaba congelada el agua.
Mala semana para aplacar arrebatos.
Quedaba algo de naranja en el cielo,
las olas llegaban fuertes,
el escalofrío se tornó en congelamiento.

No dio tiempo para pensamientos.
El frío se apoderó en un instante
de todo mi cuerpo.

Sin estudiar mucho las palabras,
casi todo ha quedado dicho.

Aprendí a aceptar sin desaparecer,
a mi manera, dice mi canción.

Hace años soñaba con él.
Este año no lo consigo,
he escrito tantas cosas
que no queda espacio para evocar.

Aprendí a soportar todo lo que quedaba por hacer,
a sentir de nuevo el mar.
Es listo el puñetero.

Tendré que esperar que lleguen mejores aires
para volverle a consultar.

martes, 11 de marzo de 2008

Delicadezas

A las once y cuarto se tomó una pastilla para dormir, los pensamientos la atormentaban y no aprendía a controlarlos.
Al cuarto de hora sonó el teléfono.

- Mari, el viejo... (silencio prolongado). Está blanco.
- ¿cómo que está blanco?... ¿está bien?
- (...)
- Ey!!
- (...)
- ¿se ha muerto?
- (...) , (...), (...), (...)
- dime.
- Está blanco. -decía él.
- Blanco... ¡ Se ha muerto.!
- Está blanco... y está quieto. Insistía él.
- Bien. Se ha ido ya.
- Está blanco. (...)
- ejem.
- (...), (...), (...), (...) ... (interminables.)
- Joder, ¿lo tengo que adivinar?
- (...)
- Pero dime algo, ¡no te calles! decía ella.


- Está blanco y no se mueve.

- Eso ya me lo has dicho. ¿se ha puesto peor... o... ya descansa...?

- Blanco y quieto.

- Se ha muerto. ¿Tanto te cuesta decirme que si?.

Con un tono dramático digno de un goya, (o de un oscar, vete tu a saber), como si fuera una sorpresa después de 4 años sin caminar, 5 meses en la cama, comido por las llagas y ya sin conocer a nadie salvo en contadas ocasiones, vivendo en un tiempo aparte, y con fiebre los dos últimos días, por fín contestó:

- Si.

- Luego te llamo. Y colgó.


La única persona que le importaba en esa casa por fín se marchó. El resto, le sobraba. Ni tan siquiera la tuvieron en cuenta en su despedida. Le sobraban los dos: la esposa y el hijo, la madre y el hermano.
Llevaba meses durmiendo mal, llorando su deterioro y deseando su descanso. Aquello no era vivir. Ni para él, ni para ella. Ni para nadie. Era un sobrevivir no se sabe bien a qué.

El casi tener que adivinar la muerte de su padre, bajo los efectos del somnifero, hizo que su mente se contradijera. Las conversaciones que transcurrieron a lo largo de la noche fueron tan increibles que lo dejó para otro día.




lunes, 10 de marzo de 2008

PRETÉRITOS PERFECTOS

He visto tantas cosas sin abrir los ojos...

y siempre estuve acompañada.

He escuchado al diablillo de la derecha

y al angelito de la izquierda.

Se han equivocado de sitio.

He sentido el mar en mi cuerpo,

y a veces, sin tan siquiera mojarme los pies.

He respirado el aire de la montaña,

sin salir de la ciudad.

He rozado el cielo sin mover mis manos.

He tenido niños sin parir,

incluso tuvieron nombres.

He tocado la locura en el límite de los sentidos.

He dejado escritas cosas que jamás pensé compartir.

He llorado de pasión, en el cruce de los deseos.

He sonreido al sentir tus dedos en mi cuerpo,

sin conocer tus manos.

He gozado de algo que quizás no existió jamás.

Cerré los ojos indefinidos para sentir el temblor

de nuestros cuerpos en esta distancia que tenemos.

sábado, 8 de marzo de 2008

siete mil rosas blancas


Desde un balcón violeta se dirige en la noche a la luna. En la boca la espuma de las palabras y en la mano la rosa, que ya está muerta. Y le grita agitando anillos de polvo, enseñando sus dientes cansados. Y se asoma feliz, desde su balcón violeta, y en la cara un pañuelo de seda, y en los ojos, un desliz de locura y en la mano… la rosa, que ya está muerta. Encontró su cordura con su rosa muerta y salió al balcón para enseñar su vida. La mujer no necesita quedar bien con todos, no necesita el poema ni la esperanza, pero se siente feliz, blandiendo palabras ignotas, remotas caricias, muriendo en pedazos mirando la luna, desde su balcón violeta. En la boca la espuma de las palabras y en la mano… en la mano la rosa que ya está muerta.

Hacía 30 años que vivía sola, demasiados años para justificar nada. Pero sus recuerdos se ahogaron. Con un gesto cansado, abrió la boca, pero solo escuchó el silencio. Trató de encontrar algo que le diera luz a sus pensamientos, la lógica, pensaba, la lógica, pero todo era vacío hasta que encontró sus recuerdos. Y sintió el deseo inmenso de comunicarse, de enseñar al mundo su rosa, que ya estaba muerta.

Tras unos breves instantes, todo volvía a comenzar y empezaba de la misma manera en que todo concluía. Fugazmente pensó en la muerte, eran muchas preguntas sin contestar, muchas experiencias por vivir otra vez, pero pudo más el recuerdo, y el no aroma de su rosa muerta. Buscó para ese momento sin nombre, para ese retazo de angustia, para ellos dos, cuando eran dos, sus recuerdos condensados en aquella cajita.

Para aquel duende que repasaba los guiones de su vida, aquel que diseñaba siete mil rosas blancas para su sonrisa, aquel que deslizaba siete mil caricias bajo su camisa. Era el mismo duende que se refugiaba en la noche, que se fundía en el silencio, que derramaba palabras de amor por su mirada, por una simple mirada. Y que le regaló aquella rosa que estaba viva. Era como un dios que creaba los ecos de sus preguntas, como la lluvia se dirigía hacia ella, golpeándola, acariciándola.
Era un borracho de barro, un pez de colores, era la misma muerte. Y un enorme silencio envolvía su rostro, por ese momento sin nombre, por un retazo de angustia. Sí. Era el mismo duende que tenia doce mil soledades y un pene que taladraba la noche y que diseñaba siete mil rosas blancas para su sonrisa.

La encontraron en la acera, y en su mano…
en su mano aquella rosa que ya estaba muerta.

lunes, 3 de marzo de 2008

El regreso




Tuvo dos jaulas, un perro y un gato. Una casa en un piso, unas macetas vacías plantadas en la tierra.

Un reloj que no andaba y algún recuerdo. Tuvo un sinfín de preguntas. Tuvo otras tantas dudas. Algunas palabras sueltas.
El tiempo de la cosecha se había acabado.
Una radio, un cuchillo, un silencio.
Un tren de juguete que encontró en la basura. Botellas vacías que en su día se bebieron. Algún rulito quedaba por las esquinas.
Tuvo un cuadro violeta, un cazo, una poesia que empezó de pequeño y una ventana donde colgaban chorretones del tejado.
Tuvo un sinfín de dibujos y acuarelas desperdigados por los rincones.
Tuvo una pared amarilla, una foto colgada y un momento perdido.
Soñé contigo.
Recuerdo que estabas sentado y mirando a lo lejos, como el que mira algo.
En tu mano una flor y en tu mente un volver.
Tu camisa cuelga de aquella percha.
Te pareces a la noche. Te pareces al silencio.
Volver a secar las lágrimas que se derramaron.
Volver a por aquella sonrisa olvidada.
Pareces la sombra. Pareces el recuerdo... y aún así pretendes regresar.
Imagino que va a ser toda una sorpresa.

Es posible, como tantas otras cosas.
Tampoco sé el motivo exacto de tu vuelta, pero no me importa.
Hoy no hace sol. Diría incluso que me pareció sentir sobre mí -sobre ti-, la lluvia.
Toneladas de agua esparcidas por la calle.
Estoy escuchando tu viejo vinilo. Patty Smith está ajena a lo que sucedió.
Estoy sola en tu casa, todo resulta más grande, incluso el viejo armario.
Me he puesto tu camisa esperando tu regreso.
Sí que hubo lágrimas en tu funeral. Pero sobre todo, hubo flores esperando...
No sé que esperarían.

sábado, 1 de marzo de 2008

Almeria



Y pensaba no moverme.
Quedarme quieta,
sentir en mi cuerpo
cada sensación.


Notar el aire en mi piel,
oler los aromas de la vida,
ver sin mirar,
oir sin escuchar.


Me sentía inmovilizada, embargada por el universo que me envolvía. Los colores me absorbían por todos los poros de mi piel. Hasta el aire tenía un sabor especial cada vez que intentaba tragar saliva por aquello de no ahogarme. Era perfecto. Captado en un instante toda la inmensidad del mundo. Toda la fuerza de la naturaleza embebida en mi piel.
Las olas me movían una y otra vez en aquella orilla almeriense, sintiendo como golpeaban mi cuerpo, como la piel de gallina invadía todos y cada uno de los poros de mi piel.
Me dejé llevar. Tenían una altura de un metro y pico, venían con fuerza y rompían en la orilla. La espuma generada me invadía. Decidí tumbarme y sentir su vaivén. ¡Por algo le llamaban la playa de los muertos.! Supongo que los cadáveres llegaban allí por la fuerza del mar. A mí me estaban llegando otras cosas mucho más placenteras.
Fui la primera en hacerlo.
Mi cuerpo flotaba a un centímetro de la arena y me arrastraba a un lado y a otro. Cerré los ojos y me dejé hacer. La Naturaleza es sabia, siempre me guia en los pasos inciertos por los que a veces camino.
Al rato, cuando ya me hicieron levantarme y abrí los ojos, vi que esas sensaciones fueron compartidas por una decena de personas que se unieron al dejarse llevar…


Almeria tiene un color especial...