jueves, 31 de julio de 2008

Sonrisa


Me resbalo por tu ombligo

succionando toda tu esencia,

Tus ojos me miran:

el premio: esa sonrisa gamberra.

lunes, 28 de julio de 2008

LA OPOSITORA (Por Isabel Peralta)

Muchas gracias, me he reído y he disfrutado leyéndolo, recordando varios tribunales...
No se puede quedar en un cajón olvidado asi que...






"Olía a polvo, a cerrado y a angustia. Como ya era habitual, una gota tras otra de sudor confluía en líneas churriguerescas y alargadas que se deslizaban entre las cejas de las víctimas. Hacía un calor diabólico en la sala, y la lentitud del tiempo caía a plomo sobre sus cabezas.

Por una vez, sí, por una sola vez, la víctima no era ella.

-Señorita Juarez, po-por favor, co-continúe con su ex-exposición-tartamudeó el examinador más calvo de los tres, el más brillante, a juzgar por el resplandor de su frente.

Tranquila, resuelta, Rosa Margarita Juarez Sorolla, opositora, candidata con el expediente. Nº 356782, se dispuso a proseguir con su exposición oral del tema. Pero la duda cruzó su mente de nuevo, y se detuvo, levantando una delgada ceja en un tic involuntario.

El segundo juez, el gordo, saltó apresuradamente a rellenar el espacio de súbito silencio.

-Va bien, señorita, no se detenga ahora, por favor.
-Perdone-contestó ella, con voz neutra- ¿puedo hacer una pregunta?
-Por supuesto, díga- respondió el tercer juez, el bajito, tratando de limpiarse el el sudor con un pañuelo más que empapado.
-¿Les ha quedado claro lo de mis “circunstancias especiales”?

Los jueces se miraron fugazmente.

-Clarísimo, dijo el calvo. Como el agua clara. Usted siga adelante, y no se ponga nerviosa, por favor.

-¿Les parece que estoy nerviosa?-dijo ella,- mostrando tan sólo una sombra de fría sonrisa.

Los tres se apresuraron a responder, casi al unísono.

-¡No!, No, ¡qué va, !
-Va usted muy bien, sí
-Siga, siga, nos se detenga.

-De acuerdo: la gradación del rango de....

Rosa Margarita continuó con su exposición casi de manera automática, maquinal, mientras su mente consciente se distraía del machacón canturreo de su voz siguiendo la danza de las motas de polvo bailarinas encerradas en un rayo de sol.

-...eso ha llevado a los expertos a asegurar....

Después de todo, era el quinto año que se presentaba a examen. Todo, absolutamente todo lo que había ido aprendiendo se encontraba archivado en su memoria, en limpias filas ordenadas, esperando a salir cuando su momento llegara, sin el más mínimo esfuerzo.

-...la experiencia de Gray y Chondra en Zurich...

Después del tercer año de intentarlo, había empezado a sospechar que habría algún sistema, alguna clave para el aprobado, que ella desconocía.

Y luego vino lo de Estefanía, “la tetas”

-¿Gastas tu dinero en una academia? Vaya desperdicio.
-¿Por qué? ¿Es que estás en algún grupo de estudio que valga la pena?
-No, yo fui a la clínica de estética e invertí en estas amiguitas -y señaló a sus enormes reclamos delanteros- Te aseguro que vale más la pena, de verdad.

Estefanía pasó a la primera. Sin estudiar. Mientras Rosa chupaba codos durante meses, ella sólo tuvo que chupar...bueno, varias...en fin.

Pero a ella no le gustaba llevarse cualquier cosa a la boca, así que esa opción quedaba descartada. Además del riesgo de que hubiera alguna mujer no lesbiana en el tribunal...no, era tentar demasiado a la suerte. Casi como no hacer nada.

-...el estudio del año 79 del profesor McGraw apuntaba....

Rosa también apuntaba. Apuntaba maneras de funcionaria con plaza, y apuntaba a la cabeza del juez más bajito y sudoroso. La escopeta de caza de su padre, con el cañón cuidadosamente recortado, le había cabido perfectamente en el enorme bolso de mano (era una suerte que esta temporada se llevaran los bolsos elefantinos), y de ahí, sin problemas, a la parte de atrás del pantalón, sin notarse nada por debajo de su ancha camisola.

-...en conclusión....

Los jueces parecía que se iban tornando cada vez más cerúleos y humedecidos. Tampoco era plan de que les diera un infarto, eso sí sería un follón. Decidió ir acabando.

-Y eso es todo.

Dos de los tres jueces exhalaron un suspiro, el único que seguía inmóvil y con cara de estar angustiado era el que miraba de cerca al ojo ciclópeo de la recortada.

-Estupendo, señorita, una exposición magnífica. Perfecta, sin mácula.

-Gracias, esperaré a la nota. Ojalá que esta vez sí sean buenas noticias.

Y se guardó la recortada con elegancia en el mismo sitio donde la había traído.
Pudo ver como una ola de alivio sacudía a los tres hombres. De témpanos de hielo semiderretido y temblón pasaron en unos segundos a ser masas de gelatina agradecida. Pero sólo fueron unos segundos, ya el más valiente extendía la mano hacia el teléfono. Ella esperaba eso, y sonrió divertida según se daba la vuelta para salir. Viendo que no se había equivocado Junto a la puerta, giró la cabeza, y con la misma voz gélida con que había expuesto su tema, dijo:

-¡Ah, recuerdos a sus esposas, a sus hijos, sus queridas y, especialmente, señor Capdevila, al muchachito con el que se ve los miércoles. Es un encanto de princesita, de verdad.

Con la seguridad absoluta, de que el intento de llamada a la policía quedaba definitivamente abortado, salió por fin de la sala de examen, del mohoso edificio, al aire libre. Encendió un cigarro celebratorio, y tras la primera calada, su móvil. Tenía que hacer la llamada obligatoria post-examen.

-¡Mamá, mamá!. ¡Creo que esta vez va a ser que sí!
- Ojalá sea verdad. Yo he tenido nuestra Señora del Sagrario con las velas encendidas toda la mañana, para que te ayudase...¿llevas la estampita que te dí?
-Gracias mamá. Si, claro, como cada año, debajo de la blusa. Pero este año me he traído también otro santo nuevo.
-Ay, nena, ya me dirás cual es. Si te funciona, le pondremos un altarcito al lado del de la Virgen para agradecerle.
-Sí mamí, ya te cuento luego. Me voy a la playa a refrescarme.
-Adios, cariño, un beso.

La imagen de su madre poniéndole velitas a la recortada le hizo soltar una carcajada. Sacudiendo la cabeza, para librarse de esa visión grotesca, abrió el coche y se lanzó dentro. Con la melodía de “Perfect” en el MP3 a todo volumen, se fue hacia la playa, a quitarse de la piel el polvo de 5 años de estudios infructuosos. Porque sí, porque se lo merecía, y porque ese día sí que hacía calor. "



sábado, 19 de julio de 2008

Ya.


Día intenso, tarde húmeda, noche... indescriptible!
Sí, han pasado varias horas y supongo que estoy más tranquila (juas).
Anoche me dormía (bajo media pastilla) hacia las tres de la mañana, a las siete me estaba conectando a ver si sacaban la lista definitiva de seleccionados para la oposición (así nos llaman): "seleccionats".
Nervios, inquietudes, certezas en ambos sentidos, al menos este año había aprobado, sólo faltaba saber si la nota de corte me llegaba o no. Llegó, y no llegó mal... pero a las tres de la tarde. Toda la mañana entrando y saliendo, jugando reversis y entrando, recogiendo el lavavajillas y entrando, intentando un dominó, y entrando, entrando, entrando...

Me llama mi amiga Bea, que si sabía algo ya. Ella aprobó dos años antes (con mis apuntes, fue un aprobado agridulce, porque se suponía que íbamos a hacerlo las dos)Su voz... ¿estás bien? -le pregunté-, si, si, es que... empezó a llorar.
- Se me ha muerto mi hurón. Para mí era como mi hija. Me da vergüenza, y más contigo, con todo lo que has perdido, pero lo único bueno que puede pasar este año es que apruebes.
- Tranquila, Bea, es normal, un animal que hiciste de compañía, que te has criado, tranquila, alguna lágrima empezó a correr por mis mejillas.
Mis pérdidas eran más duras, pero también recuerdo la muerte de mi primera perra, y de cómo me sentía.
- Lo siento, insistía ella.
- Que no boba, pero para, que me pongo a llorar yo también. Yo sí que lo siento.

Siguió la conversación entre sentimientos de dos buenas amigas, que habían compartido piso y oposición durante un año. Nervios y esperanzas al siguiente, cuando me putearon en la convocatoria pasada.
Cuando colgué, la congoja se volvió a apoderar de mí.
Me fui hacia la ventana, cuando llegué ya estaba a lágrima viva. No quería hacerlo, pero era superior a mi. Me faltaba alguien muy importante en mi vida. El que nunca me reprochó si suspendía, y se alegraba si aprobaba. El que fue mi cómplice, el que es mi anexo.

Me abrazaron intentado calmarme:
- venga no llores por el hurón, mujer, si sólo lo has visto tres o cuatro veces... Lo sé cariño, lo sé. No digas nada. Y así nos quedamos unos minutos hasta que me calmé.

Pusimos la comida en la mesa y volvió a sonar el teléfono:

- ENHORABUENA!!!!
- ???? entrando a la vez, y con los ojos llenos de lágrimas.
- ¿no me has mandado un mensaje diciéndome que tienes plaza?
- Sollozos. Veía en la pantalla: "seleccionat". Creo que salió un hilillo de voz diciendo yo no... acabo de entrar y no estaban.
- Pues había pensado que eras tú, y pensando, anda la capulla ésta como me dice que ha aprobado! "Mª jesús ha conseguido la plaza". (más sollozos de fondo). Habrá sido mi amigo de conselleria, que con la lata que le he dado me ha mandado mensaje. Mira, sí, vuelvo a recibirlo. Es él. Ey... qué has aprobado!!!!!! Mª Jesús, me oyes?? jajaja... que ya se acabó el estudiar!!!!. Estoy muy nerviosa. (yo seguía sin poder emitir ningún sonido, salvo los lloros). ¿está Jose contigo?
- No...
- Llámale y hablamos luego - me dijo Isabel-.

Cogí el teléfono. No podía articular palabra. No paraba de llorar, en el auricular, empezó el mismo sonido, y entre suspiros, pude emitir un siiiiii. Estuvimos llorando diez minutos sin poder articular palabra. Las emociones superaban cualquier raciocinio que pudiera surgir.
Cuando conseguimos hablar, empezaron las risas,
- ¡menos mal que he aprobado! ¡imagina si no consigo la plaza!.
- Estoy en medio de un polígono y se han parado a preguntarme si estaba bien. jajaja... Joder, que subidón. Te quiero mucho.
- Yo también.
Las carcajadas y los lloros se sucedían casi al unísono. Pero eran lágrimas vivas.
Es curioso como cambian de unos hechos a otros, en momentos tan dispares. No hacía tantos meses que tampoco podía parar de llorar, pero éstas, eran diferentes.


Estuve llorando dos horas, los ojos hinchados, no podía parar. Las llamadas telefónicas se sucedían, el móvil recibió 37 mensajes. Indescriptible el conjunto de sensaciones, de recuerdos, de esperanzas, de descansos, de añoranzas.

Hacia las 6 llegó de currar. Empezaba a tener hambre, con los nervios, no había probado bocado desde el vaso de leche de la mañana.
- ¿merendamos?
Un vaso de leche fresquita con cola-cao, unas tostadas, mantequilla, mermelada... hasta el aceite me sacó...
Aparté automáticamente la bolsita de regalo del anillo que me regaló para mi cumple no hacía mucho. Supuse que la habría cogido para utilizar alguna de las tarjetas de memoria que había guardado en un cajón, pero como somos tan desastres, pues la habría dejado fuera. Me miró y sonrió. La volvió a coger y me la puso delante de la taza otra vez.
- Ey.. que.. entonces me fijé que tenía precinto. Anda!.. empecé a reirme. Le dí un beso y desenvolví el regalo. No hacía falta!!!
- Si que hacía falta. -me contestó con una sonrisita en sus labios, y los ojos emocionados.
- Son preciosos. (Eran unos pendientes).
Nos besamos, y nos pusimos a merendar.
Miradas cruzadas, besos al aire, guiños de ojos, risas...
Llamaron a la puerta, y ...
Me entregaron un cesto de flores enorme.

Teníamos cumpleaños sorpresa esa noche, dos años sin ver a una amiga, (ver, literalmente. Hablar, chatear: semanalmente). Una fiesta privada en un café del centro, con camarera incluida. Me recordaba a las fiestas de los sims... )

El resto de la noche la dejo en la privacidad de nuestras vidas.

Creo que estas emociones condensadas en tan poco tiempo no las había experimentado jamás. Y dudo mucho que se vuelvan a repetir. Al menos con esa intensidad.
Eran mis oposiciones. Pero también eran por mi padre que espero de alguna manera, siga sonriendo allí dónde no esté. En mi interior, me sonríe orgulloso.

viernes, 18 de julio de 2008

Sí.


Si, si , si
Las intuiciones se confirman.
En lugar de reir, he llorado como una magdalena.
por fin conseguí la plaza.
Aún me toca danzar
por la comunidad valenciana,
pero sabía que este año tenía que acabar así.

Siento muy dentro de mí,
que estés dónde estés,
si estás,
tendrás tu sonrisa sobre mí.

martes, 8 de julio de 2008

Parece que fue ayer...

Parece que fue ayer
escuchar el timbre
de nuestras voces sonoras.

Nos miramos a los ojos,
cruzándonos -dardos certeros-
palabras que iban en blanco
y que llegaron de pleno
hasta el centro de
nuestros pechos.

Me parece que fue ayer,
eramos como los ríos
que iban ahondando su cauce
con caudales muy crecidos.

La impetuosa corriente,
sobre todo en primavera,
desgranaban en las riberas,
los arraigados recuerdos
de las juventudes idas.

Me parece que fue ayer
olvidando todos
los puntos de confluencia,
de nuestras vidas en curso,
que era la soñada meta.

Tú venías hacia mí
resonando con tus andares,
ritmos incansables
entremezclándose
tus palabras,
con mi persona.

Parece que fue ayer,
cuando sin saber muy bien,
ni cómo, ni porqué,
escuchamos nuestras voces,
para enmudecer después.

Parece que fue ayer...

sábado, 5 de julio de 2008

María y Antonio

Su vida era simple: la mayor de nueve hermanos, hacía de todo, menos de joven. Empezó la temporada y los días se sucedian entre hoces y agachadas para poder segar, donde sus movimientos de culo mareaban a quien la mirase. María tenía un aire a Kim Novak (al menos eso me decía su yerno) pero en moreno.
No era de extrañar, que a pesar de estar todo el dia trabajando, llevara a más de uno detrás. Los mozos del pueblo buscaban ponerse dos o tres surcos por detrás de ella para tener la panorámica perfecta, tanto a la ida como a la vuelta. Y a pesar del calor, de las sudadas, y del cansancio, tenía una gracia que transmitia en cada paso de hoz que daba. Sus pechos se movían al compás de cierta melodía que sólo unos cuantos captaban. A ella le gustaba Antonio. Era especial. Tenía el pelo blanco a pesar de su juventud, sus ojos claros le decían muchas cosas sin tan siquiera emitir una palabra.
Antonio nunca me contó cosas de su juventud, era un hombre de pueblo, huérfano, que tuvo una madre muy recta, y que tenía que llevar ella sola las tierras, y lidiar, en aquellos tiempos, con cuadrillas de hombres.

Le resultaba especialmente exótico en aquellas tierras del interior, donde los rubios no abundaban y donde las palabras sonaban igual en boca de aquellos labriegos.

Acabando el verano María había sacado tiempo para recostarse un poco, después de dar de comer a sus hermanos pequeños, y recoger los enseres del trabajo. por fin pudo recostarse. Era la tercera vez en todo el verano que lo conseguía. Pero ese día, era especial. Las miradas de aquella mañana fueron toda una declaración de intenciones para ambos. Antonio la escudriñaba hasta el más íntimo recodo de su ser. Ella se dejó hacer. Hicieron el amor entre pajas. Su amor se selló para siempre.
Llegó su primera hija, y tres años después, la guerra. Ella republicana, él, no sabía bien. Le tocó luchar en la parte de los azules, porque la geografía, así lo quiso. Y claro, no estaba bien visto eso de vivir juntos sin casarse. Así que, lo hiceron: se casaron. Su hija llevó las arras. Le invitaron a un puro y se fue al monte como despedida, no sin antes despedirse de su compañera. Tuvieron que ir a recogerle, porque se emborrachó a la tercera calada.

Volvió cuando su segundo hijo ya había nacido. Tiempos de posguerra en el pueblo. Tiempos de encarcelamientos por mirar de reojo. Tiempos de cambiar un huevo por seis sardinas con un poco de suerte.

Algo cambió a su vuelta. Sus ojos ya no le decían lo mismo. Su mirada era más cruda. Sus manotazos aparecieron sin previo aviso. Pero era lo que había. Entonces no existía la violencia de género, tan sólo una hostia dada por no tener a punto algo en su momento exacto, que se repartian gratuitamente, sin necesidad de ir a la Iglesia. Pero no era mala persona, decía María, es que antes, se era así. Nosotros nos queríamos. Cuando llegaron a la ciudad, los manotazos cesaron, el entorno no era el adecuado. Y eso que se ganó ella. Llegó el tercer hijo, que no vivió ya esas pesadillas.

Pero a mi, que me entierren aquí,- me decía María- y él, que se vaya al pueblo si quiere. No necesito pasar juntos toda la eternidad. Yo me quedo donde viven mis hijos y donde ellos se quedarán para siempre.
Y es que hay hostias que no se olvidan.