viernes, 8 de agosto de 2008

No es justo.
No. No lo es.
Llevo aquí desde el principio,
testigo principal de tus inquietudes,
de tus esperanzas, de tus ilusiones.
Recuerdo cuando estabas esperando a tu madre
mientras te fumabas un cigarro a escondidas,
me abrías para airear la habitación.
Yo era testigo de su llegada,
entonces me entornabas y yo obediente,
me quedaba quietecita esperando.
Era la dueña del aire.
Era la guardiana de tus sueños.
Testigo silencioso de los besos robados en la esquina,
dónde se suponía no te veían,
pero yo sí. Yo te vigilaba sigilosa.
Aguantaba con dignidad los dibujos navideños que me ponías,
las copias de dibujos.
Alguna que otra firma que falsificar.
Nunca dije nada. Siempre fui tu cómplice.

Y ahora me haces esto… me cambias por el aluminio…
y cambias mi noble madera para ahorrar espacio.

No. No es justo.