miércoles, 6 de febrero de 2008

ron
















En cualquier caso siempre quedaba volver a Sevilla, como una estela de estrellas blancas hacia su canción, como un enorme boomerang con sus alas mirando al Guadalquivir, hacia ti, hacía todo; y la extraña sensación de serte aquello mismo que llaman vivir, que llaman morir bajo toneladas de inexpresión.

Recuerdo que tenía la garganta seca, con el mismo deseo de vivir como viven las palabras, tal vez como viven los momentos. La voluntad de vivir con la sombra proyectada sobre tu sonrisa, allá donde los besos te mueven aún antes de nacer, aún antes de sangrar su deseo.



El ron recorría tus venas mientras mirabas con recelo a tu alrededor. Sintiéndote parte atómica de una inmensidad metropolitana que no iba contigo, con gestos de la calle, con oscuridades, con un silencio goteante en cada mirada de sus millones y abigarrados ciudadanos.


Sólo nuestras miradas se cruzaron y todo cambió. Tal vez como la noche, por eso encontraba cercana tu voz, aquel trago se cruzó para siempre en mi vida. Me invitaste con un gesto, me acerqué, y lo acepté.


La voz era gravosa, apenas audible, pero el trago nos unió. Me dirigí al baño y me seguiste. Tus pasos retumbaban en mi cabeza como si fueran mi única salida. Nuestras lenguas empezaron a juguetear, y tus siete mil rosas blancas diseñadas para mi sonrisa se desgajaron en un momento en nuestros cuerpos.


Ya sé que la esperanza vomita engaños, y mi angustia crece por momentos con unas inmensas ganas de escupirle al mundo. Estoy pensando en librarme de este vacío que me atenaza todo movimiento.
Tengo, ahora recuerdo, treinta y nueve años, uno tras otro, treinta y nueve vagones de ilusiones muertas y estoy terriblemente agotada de tanto respirar, de tanto caminar sin destino. Todo se pudre en mi múltiple mente. Es triste convertirse en recuerdo, en pasado.
Alguien me ha muerto en su mente y pienso que todo es una farsa. Pienso entonces en miles, millones de palabras, para sangrarlas. Pero nadie escucha, nadie entiende. Me pregunto a mi misma porqué lo hago, porque me rompo en pedazos. Porqué me alejo con un cigarrillo entre mis labios.

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