viernes, 21 de marzo de 2008

Desde la cárcel.


En el perecedero fuego de mi imaginación invento la respuesta, pero no la encuentro. Estoy perdiendo el deseo de escribir, el deseo que nos dice que se ha perdido el amor, el orgullo, la libertad…

Aunque todavía queda el mundo real en el que los hombres queman a los hombres, en el que los poetas escriben y tocan las trompetas del desafío contra las murallas de todos aquellos poderes existentes en esta vida. Siempre hay que buscar la diversión… ya que ésta es la que nos da fuerzas para volver a la carga.

Ahora, en mi fría alma surge un destello de tristeza, que avanza, que viene a mi encuentro con el centro de las más raras lágrimas de compasión. A fin de cuentas… ¡nada pierdo ni nada gano!. Tan sólo me desvanezco entre estas frías paredes y sombras que calan en mis huesos. Mientras, voy recordando historias vividas que me hacen poder seguir soñando, que algún día volveré a la esfera de cristal, donde los árboles sean mis brazos, y el mundo, mi alma y mi cerebro.

Me pregunto qué es la vida, qué es mi vida, ¿será un juego? ¿Será un rompecabezas?.. Tal vez, sólo sea eso, que estoy buscando la forma de unirlo como si se tratara de un crucigrama, pero nunca conseguí terminar uno, porque en tiempos pasados las palabras se fulminaron y desaparecieron como aquellas naves en el triángulo de las bermudas sin que se sepa nada más de ellas. Y luego va y me dicen que todo era mentira. ¡Igual es mi vida un triangulo sin lados!. Igual es un aviso donde me encierro todas las noches, dónde me encierran cada noche,

Me parecía, al principio, que lo único que tenía que hacer era sentarme y abrir el grifo. Las palabras saldrían como mares. A veces, sólo escribiendo me siento libre, sin depender de nadie. En plena libertad de mente.
Ahora, después de haber sufrido la amarga experiencia de vivir tras unos barrotes, me digo a mi misma que mi vida podría haber sido amor, amor al arte de escribir.
Confío que todo se irá arreglando, cuando los gorriones viejos se vayan volando, mi vida, poco a poco, irá pasando.

De este sitio, desde aquí, desde la prisión de todas las prisiones y lugares de represión, no tengo más que unas frases por mí construidas.
¿Por qué las cárceles no hablan ni lloran como los presos lo hacen?
¿Por qué las cárceles no gritan como los presos han gritado?
¿Por qué las cárceles no mueren como muchos acaban muriendo?

Mi único instrumento es la palabra, e intentaré salvarla por si algún día pudiera existir alguna libertad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Divagando:

Antes que nada, agradecerte el voltio que te has dado por mi blog. Y que si he escogido éste y no otro poema para responderte ha sido por el final; claro que hay libertad, siempre tenemos la opción de escoger y, en cualquier caso, como dijo Blas de Otero, nos queda la palabra.

Un beso.

David

Divagando dijo...

David, fue un placer pasearme por tu blog. Gracias por tu comentario. Si, la libertad de escoger es lo importante, lo único es que a veces no te dejan muchas opciones las circunstancias. Éste sólo era un relatillo para un certamen de escritura y demás bestiarios. Un beso.